Su pequeña hija, con la ternura que solo los niños pueden expresar, descubrió en qué trabajaba su papá. Sin dudarlo, decidió hacerle unas alas especiales, convencida de que así lo protegería siempre. Desde aquel momento, cada vez que él se prepara para salir a trabajar, nunca olvida ponerse esas alas. Para él, no son solo un gesto inocente, sino un recordatorio constante del profundo amor y conexión que los une.
En cada jornada, esas alas simbolizan no solo protección, sino también la esperanza, la alegría y la certeza de que, pase lo que pase, siempre habrá alguien que lo espera con los brazos abiertos y un amor incondicional.



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